Cuando el viento sopla de nuevo

A veces parece que el viento decide volver a retomar su eterno movimiento y nos regala un susurro sosegado en nuestro oido. Acaricia suavemente la parte más escondida de nuestro cuello y nos hace vibrar de nuevo. Siempre fue bueno escuchar el silencio. Se aprende más cuando uno no hace más que escuchar. Sobre todo cuando decides detenerte a escuchar tu propio fuero interno. La paz siempre llega después de terminar la guerra. Mi guerra no ha hecho más que empezar e intuyo que acabará en el mismo momento en el que los latidos de mi corazón detengan su asincopado ritmo a siete por ocho. Facil de escuchar pero amalgama de cualquier forma. Todo parece mejor porque ocasionalmente flirteo con la musa que ha sabido estar ahí hasta en los peores momentos. Y aunque no siempre consigo congraciarme con ella y dominar nuestra vida juntos creo que de algún modo u otro permanece a mi lado para apoyarme trayéndome en ocasiones recuerdos de tiempos ajados y con un bucólico aroma de melancolía. Me transporta a los momentos más cálidos de mi vida y me permite volver a acariciar en mi mente aquellas mariposas que hace ya demasiado aleteaban en mi estómago en ocasiones. Espero poder usar estos versos alguna vez para hablar con mi musa:

Clavo mi mirada en el instinto
Entre la espada y la pared y obligo
A escribir amargos versos que no cuentan
Más que un intento de expresar sentimientos
Cobarde y cuerdo, sin locura no hay triunfo
Sin mi musa no hay futuro
Sin amor tan solo hay humo
Que se esfuma entre cortinas de vapor

Consiento vivir mi vida solo con una condición
Vivir por ti y vivir por ella o morir por las dos